¿Quien de nosotros osaría seguir adorando a Dios si nuestra vida estuvieraen juego? Piénsalo bien. Aquí estamos en una sociedad donde nuestros derechos son respetados y nuestra libertad de religión garantizada, sin embargo con nuestras acciones y decisiones cotidianas negamos a Dios. Es tiempo de meditar en cuanto nos ama Dios día tras día y darle gracias por poder alabarle libremente.
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